Policiales

Una pelea, un insulto y un asesinato: 12 años de prisión

Alan "Pol" Acosta fue condenado por matar de un disparo a Lucas Rosales en 2017. Además, había estado imputado en la causa por el triple crimen del Monte Terrabussi, ocurrido en 2015.

Una pelea vinculada al mundo del hampa, signado por delitos y droga, los insultos a la madre la víctima como el detonante final de un crimen y las hermanas policías del asesino como claves para atrapar a Alan “Pol” Acosta (26), el culpable por el homicidio de Lucas Rosales (16).

El Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 condenó a 12 años de prisión a Alan “Pol” Acosta por el asesinato de Lucas Rosales (16), ocurrido en el barrio San Martín en agosto de 2017.

El juicio a Acosta debería haber comenzado hoy, pero el juez Alexis Leonel Simaz, en un juicio abreviado entre las partes, condenó al joven por “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, lo consideró reincidente y le unificó las penas a 14 años de prisión.

Acosta estuvo vinculado al mundo del delito desde su adolescencia, cuenta con numerosos antecedentes e incluso en un inicio estuvo imputado por el triple crimen del Monte Terrabussi, causa que finalmente no prosperó.

En 2015, Acosta había sido condenado por el Tribunal Oral N° 4 a tres años de prisión por abuso de armas, lesiones graves y amenazas calificadas. En 2016, el Juzgado de Ejecución Penal N° 1 le había otorgado la libertad condicional y durante ese tiempo fue que mató a Rosales.

En defensa de la madre

En los barrios hay códigos que no se rompen y agravios que no se perdonan. Rosales vivía bajo esas leyes no escritas.

El 26 de agosto de 2017 a la tarde, Alan “Pol” Acosta y un amigo habían ido en moto hasta Roque Saenz Peña al 2000, entre Lebhenson y Avenida Fortunato de la Plaza.

En esa cuadra vivía Lucas Rosales, quien se encontraba en la vereda con un amigo y su hermano.

Acosta frenó, se bajó de la moto y comenzó a discutir con Rosales por temas relacionados con drogas y el mundo del delito, hasta que pasó una línea que no debía cruzar, y también insultó a la madre del adolescente.

Rosales reaccionó y se enfrentó a “Pol” Acosta. Le pegó un cabezazo, un golpe de puños y se pelearon. Uno de los testigos de la pelea vio que “Pol” tenía algo entre la ropa, un bulto, posiblemente un arma.

La pelea terminó y Rosales entró a su casa. A los pocos minutos sintió los disparos en la vivienda y a Acosta que gritaba: “Ahora los voy a cagar a tiros”.

Rosales no titubeó, tomó un cuchillo y salió al encuentro de Acosta. Según testigos, el adolescente tomó de las ropas a “Pol” para que no escapara y lo enfrentó. Sin embargo Acosta logró zafar, se alejó unos pasos y, cuando estaba a unos 6 metros le disparó en varias oportunidades.

Una de las balas impactó en el pecho de Rosales y lo hirió de gravedad. La víctima, como pudo se arrastró hasta ingresar hasta a su casa y se tiró en el suelo. “Mami, mami, medio. Me muero, mami, me muero”, dijo Rosales, mientras era abrazado por su madre.

“Pol” Acosta aprovechó el momento y huyó del lugar, algunos dijeron que se subió a la moto y se fue, otros que se fue corriendo.

La policía no tardó en llegar, pero el barrio se mostró reticentes con los uniformados y, con Rosales todavía desangrándose prefirieron insultar a los uniformados antes que pedirles ayuda.

Rosales fue llevado por su familia al Hospital Interzonal, pero cerca de las 15 murió por un paro cardiorespiratorio. Tan solo habían pasado 40 minutos del disparo que le impactó en el tórax, que le había producido lesiones pulmonares y cardíacas con hemotórax masivo, laceración hepática y una hemorragia masiva.

Un asesino con hermanas policías

En los barrios de la periferia conviven todas las realidades de la sociedad en un mismo contexto de marginación, lucha, superación y delitos.

La familia de Acosta no escapaba de esa lógica. El un asesino con un frondoso prontuario tenía tres hermanas policías, que lejos de protegerlo participaron de la investigación para detenerlo, para que se entregara sin hacer más daño.

El 31 de agosto, luego de estar cuatro días prófugo, “Pol” Acosta fue detenido, se encontraba en una precaria casilla ubicada en el barrio Dorrego, lejos del de lugar en donde había asesinado a Rosales.

Acosta fue sorprendido mientras dormía junto a otras personas en la casilla de Rauch al 2400 y no opuso ninguna resistencia a la labor policial.

Según fuentes de la investigación, las hermanas policías de “Pol” colaboraron activamente con la Dirección Departamental de Investigaciones para capturarlo.

Días antes de la detención de Acosta, la policía había allanado la casa de la persona que lo había llevado en moto hasta la casa de Rosales y en el lugar hallaron la pistola homicida, una Bersa Thunder Pro 9 mm.

Todas las pruebas estuvieron desde un principio contra Acosta -testigos y pruebas materiales- y, al declarar, el imputado reconoció que le disparó a Rosales, pero que lo había hecho para defenderse.

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